Dentro del proyecto de “días de ARTE conquense” promovido desde la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Cuenca, y coordinado por Carlos Codes, este jueves 11 de mayo se inaugura la exposición de Luisa Muñoz Vallejo, a partir de las 20h en el Centro Cultural Aguirre.
Sería prolijo, y por tanto innecesario, intentar hacer un recuento de mitologías, religiones o modelos de pensamiento que, bien como un límite firme o como una ambigüedad en que se alternan lo palpable y lo fabuloso, interpretan simbólicamente la orilla como una barrera entre lo vivo y lo inexistente. Sin embargo, aún perviven dentro de esta alegoría lecturas más inadvertidas y acaso más hondas y sugerentes. Por ejemplo, su condición de nexo de unión, de fortuita tierra de encuentro, entre dos razas humanas que rara vez se comprenden y menos aún concilian sus diferencias para acordar una conceptualización que los defina: el vitalista y el contemplativo.
Junto a la orilla, el vitalista se convierte en un animal que, en consecuencia, ya no es razón sino víscera. En cambio, el contemplativo interioriza y da sentido a lo que ve. Está lleno de serenidad al sentir cómo le rebosa el ojo y el oído una vida que, desde esa ribera del agua, no es lejanía sino inminencia. Es un centinela feliz.
Dar cuenta de esa dualidad requiere de una artista genuina como María Luisa Muñoz Vallejo, que lo es no exclusivamente por obra del talento sino de la honestidad. Porque sabe, y además está dispuesta a reconocerlo, que crear es ser a la vez ser un ente” performativo” (es decir que no solo actúa, sino que es capaz de ejercer una transformación efectiva, que lo desdibuja y cambia, sobre lo experimentado y lo contemplado) y un “voyeur.