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El Ayuntamiento expone por primera vez al público el Pendón original y restaurado con el que Alfonso VIII conquistó la ciudad en 1177

17/09/2015
La sala que se ha dispuesto estará abierta en la mañana del viernes y del lunes de San Mateo
El alcalde de Cuenca, Ángel Mariscal, acompañado del Deán de la Catedral de Cuenca, Antonio Fernández, el archivero municipal, Miguel Jiménez Monteserín, y la concejal de Cultura, Marta Segarra, ha presentado ante los medios de comunicación el resultado de los trabajos de restauración del Pendón de Alfonso VIII.



La reliquia, será expuesta al público en una de las salas del Ayuntamiento en horario de 9.30 a 13.30 horas el viernes día 17 y de 9.30 a 11.30 horas el lunes 21, justo antes del inicio de la suelta de vaquillas matinal.



En la presentación, Mariscal ha querido agradecer la iniciativa a Miguel Jiménez, archivero municipal, y al Obispado, ‘que es quien la custodia como así marca la tradición y que nos ha permitido enseñarla al público en esta institución municipal’. Asimismo, ha indicado que se han elegido estas fechas precisamente por coincidir con la festividad de San Mateo.



Jiménez, ha querido también aprovechar la ocasión para explicar y agradecer que ‘el resultado de la cuidada y minuciosa restauración de la pieza ha sido llevada a cabo por Luis Priego’, profesor de la Escuela Superior de Restauración de Madrid y experto en la restauración del Patrimonio Diocesano y Municipal, y ha destacado que ‘lo ha hecho de manera gratuita’.



Además, el archivero municipal ha preparado un folleto en el que queda explicada de forma detallada tanto el origen como el significado o el estado inicial y final de la reliquia. La misma está documentada desde el año 1551.



En 1581, cuando se instaura la fiesta de San Mateo, que desde entonces conmemora la conquista de Cuenca por el monarca castellano Alfonso VIII en 1177, ya se menciona entre los elementos del ceremonial ‘la entrega del estandarte con el que tal día se ganó la ciudad a la guarda de la ciudad o a su teniente’.



En cuanto a la pieza, explica Jiménez, ‘frágil por composición y antigüedad, fue viéndose deteriorada y menoscabada quedando reducida al fragmento que hoy conservamos. Cuando se preparó el mástil y caperuza de terciopelo granate que en la actualidad se emplea en la ceremonia de entrega y devolución debió fijarse rodeando el palo. Luego, la desidia y quizá alguna curiosidad mal orientada terminaron convirtiendo aquellos venerables restos en un rebujo alojado en el extremo del citado vástago de madera. Así fue hallado en 1977 cuando, con vistas a la conmemoración del octavo centenario de la conquista de la ciudad, se procedió a inspeccionar la pieza procesional. Fue colocado entonces, extendido en la medida de lo posible, en un marco protegido con un cristal. Permaneció así guardado en un cajón de la sacristía de la catedral hasta que en 1990, con ocasión de una exposición realizada para conmemorar los ochocientos años del Fuero de Cuenca, fue colocado, tal cual estaba, en el interior de una urna de mayor envergadura y ornato’.





Restaurada minuciosamente por Priego, el archivero municipal detalla que ‘tras ella, extendida del todo y ya sin arrugas, se perciben mucho mejor la textura y confección de esta reliquia histórica medieval. Consta ésta de dos piezas de color ocre cosidas y se observan asimismo otras costuras posteriores destinadas a remediar los desgarros que inevitablemente hubo de sufrir una fibra tan frágil en el transcurso del tiempo. El tejido es de seda, superpuesto a otro de algodón destinado a darle cuerpo y consolidarlo. No es posible establecer cuál haya sido el color originario de la tela en conjunto. Sobre ella se advierten, sin embargo, vestigios de los pigmentos que en su día compusieron las imágenes atestiguadas en el siglo XVI. Los resaltes con un cordoncillo pespunteado sobre arquillos debieron enmarcar o destacar tales figuras ahora por completo perdidas. La dimensión actual del fragmento apenas si permite hacerse idea del tamaño original del pendón. Destinado a ser tremolado en diversos lugares y circunstancias, no mediría menos de tres metros de largo por uno y medio aproximadamente de ancho. Lo que hoy resta debe suponer en hipótesis algo menos de la tercera parte de la pieza entera. El fragmento restante ha sido fijado sobre un lino neutro y éste sobre un cartón pluma, albergado todo en una nueva urna donde ha de verse preservado, fuera del alcance del polvo u otros agentes agresores’.





Por su parte, el Deán de la Catedral de Cuenca, Antonio Fernández, ha querido resaltar este tipo de iniciativas que ‘mantienen nuestras raíces’ y la tradición.



Una vez finalicen las fiestas de San Mateo, la reliquia será custodiada de nuevo en la Catedral de Cuenca.





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